La farsa de los alimentos procesados: ¿Por qué la leche no es leche y el atún tiene soya?

Fuente del artículo: Union Guanajuato /image: - /Autor: Israel Olguín

Los alimentos procesados se definen como aquellos que son adicionados con aceites, grasas, azúcares, sal y otros ingredientes para lograr determinadas características.El procesado de alimentos hace que dispongamos de muchos productos que no podríamos consumir si no fuese por esta técnica.

Esta técnica nos permite además adquirir alimentos de temporada durante todo el año. Sin este proceso gran variedad de productos alimentarios que encontramos en el supermercado y en las tiendas no los tendríamos a nuestra disposición.

Por otra parte, está la versión de los expertos en el tema de la nutrición, quienes consideran que los alimentos procesados no son nada beneficiosos para nuestra salud, son muy bajos en nutrientes y al mismo tiempo muy altos en calorías.

Y es que en esa transformación, pueden ser adicionados ingredientes que pueden ser perjudiciales para el cuerpo humano.

El ritmo tan agitado de la vida ha propiciado también que los alimentos procesados no siempre son lo que pensamos o lo que deberían ser.

Y es que la etiqueta puede decir en letras grandes incluso, que se trata de queso, jamón, leche, jugos naturales, atún, chocolate, pero lo cierto es que puede no serlo o no serlo del todo.

También están aquellos productos que pueden no ser lo que se piensa, pero técnicamente no engañan, pues la envoltura puede traer sólo la imagen de un producto, pero en el reverso y con letras chiquitas, aclara que puede tratarse de algo similar o una imitación, como en el caso de los quesos.

Profeco ha evidenciado algunos alimentos procesados que no son lo que parecen

Atún con soya

En 2019, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) analizó 57 marcas de atún, encontrando que 18 de ellas contenían soya, sin que esto se precisara en la etiqueta.

La importancia de señalar este ‘detalle’ en la etiqueta, es porque los estudios realizados por Profeco, determinaron que el porcentaje de soya iba del 1.0 al 62 por ciento, del contenido de la lata.

Octavio Aburto Oropeza, profesor del Instituto Scripps de Oceanografía en San Diego, Estados Unidos, indicó a El Universal, que el problema no es que le pongan soya al atún, sino la cantidad.

El experto explica que el agregar soya es porque la explotación de la especie está llegando a niveles insostenibles y para mantener la oferta del mercado, se debe recurrir a esta medida.

Leche que no es real

Otro de los productos en donde Profeco detectó irregularidades fue en la leche.

El  Laboratorio Nacional de Profeco detectó irregularidades en 3 marcas, una de las cuales presenta al producto como leche pasteurizada y en realidad es mezcla de leche con grasa vegetal. Es decir, no se trata de leche real.

De acuerdo a la norma oficial mexicana NOM 155-SCFI-2003, para que un producto sea realmente leche debe contener un mínimo de 30 gramos por litro de las proteínas que le son propias (como la caseína y las de los lactosueros). De estos 30 gramos de proteínas, al menos el 70% (21 gramos por litro) deben ser caseína.

Tras el estudio, Profeco pidió aclarar en la etiqueta sobre aquellos productos que en realidad son “fórmulas lácteas” y “productos lácteos combinados” (también llamados “alimentos lácteos”), los cuales realmente no son leche.

Una fórmula láctea puede tener sólo 22 gramos por litro de proteína de la leche, de los cuales 15.4 gramos por litro deben corresponder a caseína.

Por esta razón, estos productos deben señalar claramente su denominación en el envase y, desde luego, no pueden denominarse leche ni sugerir que lo son.

Mientras que el producto lácteo combinado puede tener un contenido proteínico aún más bajo: un mínimo de 15 gramos por litro de proteína propia de la leche, de los cuales 10.5 gramos por litro deben corresponder a caseína.

El problema es que estos productos utilizan engañosamente la palabra “leche”, a pesar de que no lo son, o recurren indebidamente a imágenes para sugerir que son leche.

Queso panela falso

En las mesas mexicanas, el queso es un producto muy común, y de la gran variedad que hay en el mercado, el panela es de los favoritos por ser fresco y de los de menor contenido de grasa.

Profeco también ya analizó en su laboratorio 30 marcas de este tipo de queso

Entre anomalías por las cantidades de sodio y proteína, que no corresponden a lo que se indica en la etiqueta, también se pudo determinar que hay marcas en las que no se trata de queso panela sino una imitación.

Con lo cual se viola la norma, pues en el caso de estos productos se debe incluir la palabra “imitación” además de que no pueden hacer uso de “tipo”, “estilo” o algún otro término similar.

Chocolates que seguro no son afrodisíacos

El chocolate es sin duda uno de los alimentos más deliciosos al que se le atribuyen incluso propiedades afrodisíacas y hasta antidepresivas.

Algunos estudios han determinado que el chocolate contiene sustancias que contribuyen al bienestar y la felicidad .

Entre estas, la fenitelamina, responsable de la producción de dopamina, y la anandamida, que estimula la liberación de endorfinas las cuáles actúan sobre el cerebro y provocan sensaciones de placer.

Pero en un estudio de Profeco a 32 diferentes productos que incluían tablillas de chocolate para mesa, chocolates en polvo y polvos para preparar bebidas sabor chocolate.

Los resultados arrojaron que algunas marcas adicionan grasas y mantecas vegetales no permitidas, como grasa de coco o palmiste.

Contienen edulcorantes en cantidades superiores a las permitidas y no las indican en la etiqueta, tienen exceso de calorías o no cumplen con la cantidad de vitaminas y minerales que tiene la etiqueta.

Recientemente, una empresa analizó la composición del Gansito de Marinela y reveló que su cobertura de ‘chocolate’ contiene grasa vegetal, jarabe de maíz, almidón de maíz, lecitina de soya, sal, huevo, entre otros ingredientes.

El resultado del estudio determinó que de chocolate no tiene nada.

Otros alimentos procesados que no son lo que ves en la etiqueta

México no es el único país donde se encuentran productos engañosos, que no son lo que la etiqueta o la envoltura indica, en España, por ejemplo, también se han evidenciados algunos alimentos.

Jamón de mala calidad

En aquel país, se realizó un estudio a los jamones. En el caso del jamón cocido, se encontraron azúcares, féculas y otros aditivos, que es hasta cierto punto normal.

El problema fue al analizar el Jamón tipo York, del cual se evidenció que algunas marcas usan partes magras de menor calidad que el jamón

Y por ser más barato que el jamón cocido, también lleva buena cantidad de féculas y azúcares.

Jugos de frutas inundados de azúcar

También se descubrió que algunos jugos concentrados y néctares, no necesariamente cuentan con jugo natural en la proporción necesaria.

La cantidad de jugo natural es menor del 50 por ciento y el resto es agua, azúcares y edulcorantes.

Alimentos procesados: Carne molida con legumbres

Algunas marcas que ofrecen carne molida empaquetada, la obtienen de los recortes menos nobles del animal.

A esto le añaden ingredientes como féculas, legumbres, como proteínas de soya, azúcares y colorantes para que la mezcla siga teniendo el color que la caracteriza.

Azafrán de dudosa procedencia

El azafrán es una de las especias más apreciadas en la gastronomía y el más apreciado del mundo se cultiva en España.

Pero la producción anual de azafrán en aquel país, es de 3 toneladas, sin embargo, existen datos de que exporta 35 toneladas en el mismo periodo.

Evidentemente las cuentas no salen, pero alguien recibe o cree recibir algo que no es.

Salsa de tomate sin tomate

La salsa Catsup, como se le conoce comúnmente, tiene una composición basada principalmente en jarabe de maíz y fructosa, este producto es casi cualquier cosa menos una salsa de tomate, pues el contenido de este vegetal, es menor al 20 por ciento.

Mientras que el resto del producto, lo componen sal, especias, azúcar en exceso y saborizantes.

Los anteriores son algunos ejemplos de alimentos que han quedado en evidencia luego de estudios y análisis, pero no sería de extrañar, que haya más de estos casos.

Los engaños publicitarios rodean a la industria agroalimentaria, por eso los expertos recomiendan a los consumidores estar informados y atentos ante estos productos que buscan confundir o engañar.

Pechuga de pollo con almidón

Aunque la carne de pollo y pavo es un alimento recomendado dentro de cualquier dieta saludable, a veces lo que compras no es lo que piensas y este es otro de esos casos.

Estudios realizados a diversas marcas de pechugas de pavo encontraron que algunas sólo contienen un 69 por ciento de carne. El resto es, principalmente, almidón, además de azúcar, potenciadores del sabor o proteína de soya.

Con la pechuga de pollo el dato no va mejor, pues solo contiene un 57 por ciento de carne, y el resto de ingredientes coinciden en su mayoría con los de la pechuga de pavo. Así que tal vez tendrías que dudas un poco si la etiqueta dice “natural” o “solo pollo”.

Papas fritas crujientes ¿de harina?

Dentro de la ámplia variuedad de papas fritas que puedes encontrar en la tienda o el supermercado, algunas efectivamente son papas, mientras que otras están hechas a base de una pasta, cuyo ingrediente principal es la papa, pero no en su totalidad.

Y es que cuanto más perfectas sean las papas que estamos comiendo, o tengan formas más uniformes, probablemente lo que estás consumiendo es un tipo de papa rica en almidón de trigo, harinas de maíz y arroz, aceites y potenciadores.

Alimentos procesados también tienen ventajas

También es cierto que actualmente muchos de los alimentos que consumimos sufren algún tipo de proceso.

El sólo hecho de estar “procesados” no hace a los alimentos menos saludables.

En algunos casos el procesamiento es fundamental y beneficioso: la cocción de las legumbres logra que el alimento sea más digerible, la pasteurización de la leche disminuye la carga de microorganismos y hace que el consumo de este alimento sea seguro además de aumentar su tiempo de vida útil y el congelamiento rápido de los vegetales después de su recolección reduce la pérdida de nutrientes sensibles durante el transporte, entre otros.