Imagina comerte una tarjeta de crédito y entenderás esta alerta medioambiental

Fuente del artículo: Larazon /Foto: Elise Amendola/AP / Autor: LUCÍA GUTIÉRREZ

Los investigadores intentan medir los efectos de la ingesta de microplásticos en el ser humano

Tarjetas de crédito Elise Amendola/AP

La presencia de microplásticos en el entorno tiene unas consecuencias evidentes para las plantas y los animales, especialmente en el ámbito marino. Pero, ¿cómo se pueden medir los efectos negativos en el ser humano?

Aunque por ahora no hay estudios que hayan cuantificado con exactitud las consecuencias de la ingesta de microplásticos en nuestra salud, sí hay investigaciones que han empezado a indagar en los efectos sobre nuestro organismo.

Un reciente estudio de la Universidad de Newcastle, del que se ha hecho eco la Fundación Desqubre, confirma que al año, una persona puede llegar a consumir 250 gramos de plástico. Y pone un ejemplo muy gráfico de lo que esto supone: sería como tragarse una tarjeta de crédito.

La preocupación de la comunidad científica aumentó cuando un reciente estudio descubrió la presencia de microplásticos en la placenta de bebés recién nacidos, un indicativo de que el problema puede ser más grave de lo esperado.

“Necesitamos urgentemente saber más, porque esas partículas están por todas partes, incluso en el agua potable y hay que detener su aumento en todo el mundo”, afrma la directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, María Neira. Esta globalización de la que habla Neira la demuestran Mónica Calero y Verónica Godoy: “Se transportan con gran facilidad y rapidez por el medio aéreo y acuático y en parte por eso están ya en todos los ambientes del planeta. Nosotros hicimos un estudio en colaboración con otros grupos de la Universidad de Granada, en el que demostramos la presencia, y no pequeña precisamente, de microplásticos en lagunas de alta montaña en Sierra Nevada”, según recoge la Fundación Desqubre.

Por su parte, el catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, Nicolás Olea, indica que la exposición humana a los microplásticos puede darse por vía inhalatoria, digestiva, dérmica e incluso parenteral/endovenosa, cuando se trata del uso de materiales plásticos en la práctica médica. Este contacto puede acarrear diversas consecuencias: “La alteración de las hormonas o disrupción endocrina y la metabólica, el estrés oxidativo y la inflamación, fenómenos que pueden conducir a enfermedades”, indica el catedrático.

Para medir la magnitud de este tipo de consecuencias de las que habla Olea, en 2022, el CSIC llevó a cabo el primer estudio que evalúa el impacto de la ingesta de microplásticos en el tracto digestivo y la microbiota intestinal de los humanos.

Científicos del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) del CSIC, confirmaban que, de promedio, un ser humano ingiere entre 0,1 y 5 gramos de estas partículas cada semana. “Los resultados obtenidos plantean que su ingesta continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, la salud”, explica Victoria Moreno, investigadora del CIAL-CSIC. Asimismo, la investigación evidencia que estos microplásticos pueden experimentar biotransformaciones durante el proceso de ingesta y, de esta forma, llegar al colon de manera estructuralmente diferente.

Por su parte, la investigadora del IDAEA-CSIC, Ethel Eljarrat, hace hincapié en que esta contaminación no solo se basa en el plástico o polímero en sí, sino en los aditivos asociados a estos, que pueden llegar a constituir hasta el 50% del peso final.

La investigadora ejemplifica este caso con los empaquetados de los productos de los supermercados, donde se puede producir la migración del plástico y aditivos químicos a la comida, algo de lo que también alarman las expertas Godoy y Calero, de la UGR: “Hay situaciones en las que se producen liberaciones de pequeñas micropartículas de estos envases, y las podemos ingerir. Por ejemplo, nunca se debe calentar la comida en un recipiente de plástico. Las altas temperaturas y las grasas favorecen la migración de aditivos y químicos del plástico a la comida, y los ingerimos”. Un caso similar es el de las botellas de agua, un producto que progresivamente se va deshaciendo de partículas de microplásticos conforme se va consumiendo.

Asimismo, argumentan las expertas, este material también provoca daños de manera indirecta por la interacción con otras sustancias que hay en el medio acuático. Actividades industriales, pesqueras o agrícolas contaminan medios acuáticos con diversos químicos como fármacos, fertilizantes o disolventes que acaban interactuando con los microplásticos, incluyéndolos en su estructura y transportándolos.