¿Por qué estos alimentos, prohibidos en España, se siguen consumiendo en Estados Unidos?

Fuente del artículo: National Geographic / Foto: DE ROBERT GUTOWSKI, CAMERA PRESS, REDUX / Autor: LEAH WORTHINGTON

Algunos productos de gelatina (y para los veganos, el agar o la carragenina) contienen colorantes artificiales para conseguir colores llamativos. Pero no todos los colorantes son iguales: algunos colorantes artificiales que se encuentran en los aperitivos de Estados Unidos están prohibidos o requieren advertencias en la etiqueta en algunos otros países.

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El año pasado se presentó la Ley de Seguridad Alimentaria de California, Estados Unidos, que prohíbe el uso de cuatro ingredientes clave: el colorante rojo nº 3, el aceite vegetal bromado, el bromato potásico y el propilparabeno en los alimentos del estado. Estudios realizados tanto en animales como en humanos han relacionado estos aditivos con posibles efectos negativos para la salud.

La ley, modificada y aprobada por el gobernador Gavin Newsom a principios de octubre, no entrará en vigor hasta 2027. Cualquier empresa que infrinja la ley se enfrentaría a una primera multa de hasta 5000 dólares y de hasta 10 000 dólares por cada infracción posterior.

Mientras que estos y otros ingredientes han sido restringidos (por ejemplo, al estar sujetos a requisitos de advertencia en las etiquetas) o directamente prohibidos en otros países, han seguido proliferando en la dieta estadounidense.

Algunos expertos afirman que, a estas alturas, deberíamos preocuparnos más por los alimentos superprocesados en general que por determinados colorantes y conservantes. El aumento vertiginoso de las tasas de obesidad es sólo una parte de un círculo vicioso de efectos sobre la salud relacionados con los alimentos superprocesados.

"Estamos más enfermos que nunca porque la comida nos está envenenando", afirma Jerold Mande, ex subsecretario adjunto de Seguridad Alimentaria del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Mande añade que el énfasis excesivo en los aditivos individuales ignora la conexión más evidente y bien estudiada entre el cáncer y la obesidad.

Ya se utilicen para mejorar el sabor, la textura, el color o la longevidad, los aditivos se han convertido en elementos esenciales de los platos favoritos de los estadounidenses y es difícil que se despidan de ellos. Estos ingredientes, algunos de los cuales se incluyen en el proyecto de ley de California y otros no, están prohibidos en otros países o requieren advertencias, pero siguen utilizándose ampliamente en Estados Unidos.

A vueltas con los colorantes alimentarios artificiales

Como dice el refrán, primero comemos con los ojos, así que los snacks se hacen lo más atractivos posible. Muchos tentenpíes y golosinas populares en EE. UU. obtienen sus tonos vivos de una serie de colorantes sintéticos.

Desde 1969, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) ha aprobado el uso de nueve colorantes artificiales en productos alimenticios, entre ellos los rojos nº 3 y 40 y los amarillos nº 5 y 6. Incluido recientemente como parte de la ley de California, el Rojo 3 aparece en algunos dulces y bebidas populares, mientras que el Rojo 40 y los colorantes amarillos dan color a ciertos caramelos, así como a los aperitivos.

En el extranjero, es posible que en algunos países no encuentres estos ingredientes en las etiquetas. Con algunas excepciones, el Rojo 3 está prohibido como aditivo alimentario en Australia, Nueva Zelanda y la Unión Europea .

Aunque algunos países de la UE han decidido limitar el uso de determinados colorantes artificiales, el Parlamento Europeo aún no ha impuesto normas transnacionales para prohibir el amarillo 5, el amarillo 6 y el rojo 40. Sin embargo, la UE sí exige que los alimentos que contengan esos aditivos incluyan la advertencia de que "puede tener efectos negativos sobre la actividad y la atención de los niños".

Algunos estudios recientes han vinculado más directamente los colorantes alimentarios sintéticos con resultados negativos para la salud, sobre todo en los niños. El consumo de colorantes artificiales puede provocar hiperactividad y problemas neuroconductuales en algunos niños, según un informe de 2021 de la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental de California. En 1990, en respuesta a las investigaciones que relacionaban el rojo nº 3 con el cáncer en ratas, la FDA prohibió el uso de este colorante en cosméticos y medicamentos tópicos.

Por primera vez desde que se prohibió el rojo 3 en cosméticos y medicamentos tópicos en 1990, la FDA está estudiando una petición para poner fin al uso de este colorante en alimentos y medicamentos ingeridos. Según Enrico Dinges, jefe de prensa de la FDA, pronto se tomará una decisión definitiva. Dinges añadió que los efectos cancerígenos del rojo 3 "se han demostrado claramente que son específicos de las ratas" y no son relevantes para los seres humanos.

Sin embargo, algunos expertos discrepan. Scott Faber, vicepresidente de asuntos gubernamentales de la organización sanitaria sin ánimo de lucro Environmental Working Group (EWG), calificó de "convincentes" las pruebas que relacionan los colorantes artificiales con efectos negativos para la salud, y añadió que cualquier riesgo es demasiado alto.

Productos que contienen dióxido de titanio

Los colorantes artificiales no son el único aditivo utilizado para hacer los alimentos más atractivos a la vista. Debido a sus propiedades de dispersión de la luz, el dióxido de titanio puede utilizarse no sólo para dar brillo artificial a los blancos, sino también para hacer más vibrantes los tonos apagados.

El dióxido de titanio, un ingrediente incluido inicialmente en el proyecto de ley californiano, fue eliminado antes de su aprobación por el gobernador de California, Gavin Newsome. Según el sitio web del EWG, actualmente miles de productos alimenticios a la venta en EE. UU. contienen dióxido de titanio.

El dióxido de titanio está prohibido como aditivo alimentario en la UE desde agosto de 2022. La decisión se basó en una evaluación de seguridad de 2021 de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés). La controversia sobre este ingrediente radica en si el dióxido de titanio del tamaño de nanopartículas puede penetrar en las células y dañar nuestro ADN (genotoxicidad).

Aunque la EFSA no encontró pruebas directas de genotoxicidad por exposición al dióxido de titanio, la posibilidad "no podía descartarse", afirma Edward Bray, responsable de medios y comunicación de la EFSA. Añade que los expertos concluyeron que el dióxido de titanio "ya no puede considerarse seguro cuando se utiliza como aditivo alimentario".

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) emitieron recientemente una declaración conjunta en la que no encontraban pruebas suficientes que demostraran las repercusiones negativas del dióxido de titanio en la salud de los consumidores. "Este es un ejemplo de que el sistema actual está funcionando y subraya el argumento de que no hay necesidad de que los estados individuales tomen medidas", dice Sarah Gallo, vicepresidenta de política de productos de la Consumer Brands Association (CBA), un grupo comercial de la industria que se opone al proyecto de ley de California.

Australia, Nueva Zelanda y Canadá se han negado a regular el dióxido de titanio, alegando insuficientes pruebas de toxicidad en humanos. En una revisión de seguridad de 2022, la Food Standards Australia New Zealand (FSANZ, por sus siglas en inglés) concluyó que "actualmente no hay pruebas que sugieran que la exposición dietética al dióxido de titanio de calidad alimentaria sea preocupante para la salud humana", según un representante de la agencia.

La FDA está estudiando actualmente una petición para prohibir el dióxido de titanio, que no había sido cuestionado desde que se declaró seguro en 1973. En marzo, una coalición de cinco organizaciones de defensa de la salud pública, entre ellas el EWG, pidió a la FDA que anulara su aprobación del dióxido de titanio.

Productos de panadería envasados que contienen bromato potásico

No sólo en los piscolabis de colores brillantes entran aditivos en nuestra dieta. El bromato potásico, un aditivo prohibido por la ley de California, es un oxidante de acción lenta que se ha utilizado durante mucho tiempo en la harina para fortalecer y aumentar el potencial de fermentación de la masa.

Según Dinges, el bromato potásico se utilizó por primera vez como acondicionador de la masa de pan en 1916 y todavía se emplea en algunos productos de panadería envasados, como algunos panecillos para hamburguesas.

Ciertos estudios han demostrado que el consumo regular de bromato potásico puede tener consecuencias tóxicas tanto en roedores como en personas. En 1991, el bromato potásico se incluyó en la lista de posibles carcinógenos de la Propuesta 65 de California, que exige una etiqueta de advertencia en todos los productos que contengan más de determinados niveles de este aditivo.

En Estados Unidos, el uso de bromato potásico ha disminuido considerablemente desde 1991, cuando la FDA pidió a las empresas que lo retiraran voluntariamente de sus recetas. Sin embargo, como este aditivo de la harina se considera "autorizado previamente" (es decir, sustancias aprobadas para usos específicos en alimentos antes del 6 de septiembre de 1958), no está regulado por la FDA como aditivo alimentario, afirma Dinges. Ante dos peticiones ciudadanas pendientes, la FDA está actualmente "recopilando datos sobre las prácticas y el uso de la industria para ayudar a determinar si está justificada la adopción de medidas sobre el bromato potásico", añade.

Dinges afirma que, cuando se utiliza correctamente, "el bromato potásico se convierte en bromuro potásico inocuo en el producto alimenticio acabado", una afirmación corroborada por Rasma Zvaners, vicepresidenta de relaciones gubernamentales de la Asociación Americana de Panaderos (ABA). La FDA y la ABA han colaborado para "garantizar que los residuos de bromato estén muy por debajo del nivel preocupante para la salud pública", afirma Dinges. Según la EPA, el bromuro potásico "presenta un riesgo de toxicidad bajo. Su toxicidad oral es bien conocida y es muy baja".

"Aunque el bromato potásico en las cantidades utilizadas en panadería pueda resultar posteriormente poco o nada preocupante, la industria panadera debe tomar las medidas necesarias para reducir a niveles seguros cualquier posible residuo de bromato en los productos acabados", según Zvaners; "la ABA ha trabajado con la FDA para... mejorar la tecnología y las pruebas de horneado, de modo que el ingrediente se utilice de forma que se minimicen los niveles residuales de bromato para garantizar la seguridad".

En otras partes del mundo, el compuesto está clasificado como carcinógeno del grupo 2B, o "posiblemente carcinógeno para los seres humanos", por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos clasificó el bromato potásico como carcinógeno del grupo 1B, lo que significa que "se presume que tiene potencial carcinógeno para los seres humanos". Desde los años 90, algunos países de todo el mundo han prohibido el bromato potásico como aditivo alimentario, entre ellos el Reino Unido, Canadá, Brasil y la UE.

Faber afirma que el bromato potásico es "un ejemplo perfecto de producto químico que las empresas seguirán utilizando hasta que el organismo regulador les diga que no pueden hacerlo". Pero dada la existencia de alternativas para fortalecer la masa, como el ácido ascórbico y la azodicarbonamida, Faber califica de "tontería" el debate en torno a la seguridad del bromato potásico.

Convivir con la normativa actual

George Gray, catedrático de salud ambiental y laboral de la Universidad George Washington, sostiene que los resultados de años de investigación apenas demuestran que estos ingredientes planteen riesgos significativos para la salud, especialmente a los bajos niveles permitidos por la FDA.

Muchos actores de la industria alimentaria creen que la normativa actual de la FDA es suficiente. En una declaración de 2023 en la que se opone a la legislación recientemente aprobada en California, el Consejo de Administración del Dióxido de Titanio del Consejo Americano de Química describió el proyecto de ley como "una carga excesivamente amplia e innecesaria para los consumidores, los fabricantes y los reguladores". El CBA también lo considera una extralimitación gubernamental. Gallo afirma que la ley "se adelanta a las revisiones federales en curso de los aditivos" y "sienta un peligroso precedente para eludir la ciencia de nuestro país y las revisiones basadas en el riesgo que dan prioridad a la salud y la seguridad de los consumidores."

Mientras las agencias gubernamentales y la industria alimentaria se enfrentan por la regulación, gran parte de la responsabilidad en torno a la alimentación sana sigue recayendo en el consumidor. Thomas Galligan, científico principal de aditivos y suplementos alimentarios del Centro para la Ciencia en el Interés Público (CSPI), aconseja a los consumidores que consulten listas clasificadas como Chemical Cuisine Ratings del CSPI y Dirty Dozen del EWG. Y que se comprueben las etiquetas: los ingredientes mencionados en este artículo deben figurar obligatoriamente.

En última instancia, "elegir una dieta sana, rica en alimentos nutritivos y densos en nutrientes, como recomiendan las Guías Alimentarias para los Estadounidenses, debería ser la primera prioridad de todos", afirma; "mitigar o reducir su exposición a aditivos nocivos es una consideración importante después de ese hecho".