¿Sabes cuántos microplásticos ingieres en tu dieta?
Fuente del artículo: Alimente /image: iStock /Autor: Verónica Gayá
Los tiramos al mar y él nos los devuelve. La sal, los mariscos y los pescados se llenan de ellos y los comemos cada día. Aún desconocemos el daño que pueden provocarnos.
Microplásticos, la palabra del año según la RAE. Parecía una cuestión meramente ecológica, pero hemos saturado hasta tal punto nuestros mares y océanos que la basura nos está rebotando hasta el plato.
Se van sumando los estudios que advierten la presencia de plásticos en nuestra alimentación y tímidamente se sacan a la luz los resultados de estos residuos en nuestro cuerpo. Ya es un hecho que comemos plástico y aunque intuimos que bueno no debe ser, todavía nadie parece poder sentenciar los efectos de ingerir cada día estas pequeñas partículas plásticas.
Un estudio piloto de la Agencia Federal de Medio Ambiente de Austria y la Universidad Médica de Viena ha hallado microplásticos, partículas menores de 5 mm, en las heces de las ocho personas de distinta nacionalidad sometidas a examen. Todos consumían alimentos envueltos en plásticos y bebían agua embotellada, seis de ellos no comían pescado y ninguno era vegetariano.
Un estudio encuentra microplásticos menores de 5 mm en las heces de personas analizadas
Aún no hay estudios que revelen las consecuencias de ingerir partículas plásticas. El Ministerio de Sanidad no se manifiesta a este respecto por el momento. Sin embargo, a Philipp Schwabl, investigador principal de estudio de la Universidad de Viena, le preocupa el daño que los plásticos nos puedan provocar y especialmente a los pacientes con enfermedades gastrointestinales.
Advierte incluso que “aunque las concentraciones plásticas más altas halladas en animales suelen estar en el aparato digestivo, los nanoplásticos pueden pasar hasta el torrente sanguíneo, al sistema linfático, incluso al hígado”, y recuerda que “aunque hay indicio de que los microplásticos pueden dañar el tracto intestinal al promover reacciones inflamatorias, se necesitan más estudios para evaluar los peligros potenciales de los microplásticos en humanos".
Por ahora estos estudios no están hechos, por ello Luis Bujanda, presidente de la Asociación Española de Gastroenterología, aunque considera evidente la presencia de estos plásticos en nuestros alimentos, alega que “aún no sabemos si es malo y ni mucho menos en qué magnitud”. Opina que si hay un efecto negativo en ingerir plásticos, “no será muy potente”. “Creo que al final muchos de los males a los que se podría asociar esto son consecuencia de un conjunto de cosas: estrés, humos, mala alimentación..., no solo de los microplásticos”. El Dr. Bujanda concluye que para afirmar algo sobre los efectos negativos del plástico en nuestro cuerpo “se necesitan estudios de alto nivel en los que se compare gente expuesta frente a gente no expuesta".
Problema emergente
Por su parte, la FAO considera la ingesta humana de micro y nanoplásticos “un problema emergente en materia de inocuidad alimentaria debido a que la toxicidad del plástico y sus componentes no ha sido aún evaluada por los comités científicos internacionales de expertos”. Por el momento reconoce las incógnitas de los posibles efectos en la salud en el ser humano ante el desconocimiento de dónde se depositan los plásticos en nuestro organismo.
“Se cree que solo las partículas más pequeñas (1,5 micras o inferior) penetran en los capilares de los órganos y el resto se excretan”, pero advierte de la sospecha de que muchos de estos aditivos plásticos puedan causar desórdenes a nivel endocrino y los contaminantes tóxicos absorbidos por los plásticos puedan liberarse. Alude, además, a las conclusiones del informe de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) sobre el impacto de los plásticos en el sistema inmunitario, según el cual el plástico puede causar estrés oxidativo y cambios en el ADN.
Vaciar las vísceras
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación considera una buena práctica, para evitar una exposición directa, vaciar las vísceras de estos animales antes de comerlos.
Sin ir más lejos, la OCU advirtió que en el 69% de los alimentos de origen marino sometidos a análisis se habían detectado microplásticos, en el 66% de las sales, en el 71% de los moluscos y en el 66% de los crustáceos. Un microplástico es un plástico con un extensión inferior a 5 mm.
La OCU el pasado año advirtió que en el 69% de los alimentos de origen marino los habían detectado
Otro estudio de 2017 de la Universidad de Alicante alerta de la presencia de plásticos en diferentes concentraciones en todas las sales analizadas de las distintas salinas de emplazamientos representativos de la costa española. Desde 60 a 280 micropartículas por kilo de sal. Unos datos que no difieren mucho de otros estudios parecidos realizados en China, EEUU o Malasia. Si el consumo medio de sal diaria estorno a los 5 gramos, que es la recomendación máxima de la OMS, estaríamos aderezando nuestras comidas con 510 micropartículas de plásticos cada día (solo en sal). Y según un trabajo de la Universidad de Gante (2016), en Bélgica, el consumidor medio de moluscos, crustáceos y mariscos puede ingerir hasta 6.400 microplásticos al año.
Producción de plásticos
Cada año producimos 400 millones toneladas de plásticos, de las cuales cerca del 5% acaban en el mar. Aunque es casi imposible medir la cantidad de plástico que flota en nuestras aguas, se estima que permanecen flotando 5,25 billones de fragmentos en océanos y mares, sin incluir siquiera los que ya han llegado al fondo y los que están en las playas. Controlar este despilfarro es la mejor medida para tener no solo un planeta más saludable, sino una alimentación libre de tóxicos, con pescados, mariscos y sales más limpios.
Los microplásticos provienen, por un lado, de la descomposición de los plásticos que utilizamos (utensilios, bolsas, embalajes, botellas...) y, por otro, de los muchos cosméticos, especialmente dentríficos, exfoliantes y geles, que agregan estas partículas en sus composiciones. Los más comunes son el polietileno (PE), el polipropileno (PP), el politereftalato (PET) y el polimetilmetacrilato (PMMA).